Ayer, aprovechando la mañana soleada que hacía, nos dimos una vuelta por Palma. Al pasar por delante de Correos, observamos cómo una señora salía diciendo «lo mucho que ha cambiado, para mejorar». Se refería la señora a que, habiendo recabado una información de cómo enviar un bulto grande a la Península, notó cómo la funcionaria que atendía al público en estos casos, de forma muy amable, le disipó todas las dudas. «Y yo me acuerdo -decía la mujer- que no hace mucho todavía, aquí, lo que es amabalidad por parte del personal, no era lo que más había. Por eso me ha llamado la atención ver que han cambiado las cosas». Junto a la puerta principal de Correos hay una oficina de envío de dinero al extranjero que utilizan muchos inmigrantes. Veo que funciona todos los días, incluso domingos y fiestas. En cambio, un poco antes, en la oficina de Turismo de sa cuesta de Santo Domingo he visto que en domingos y festivos sigue cerrada al público. ¡Como si en esos días no hubiera turistas en Palma! Por cierto, sobre la carencia de consignas en Palma, algo que denuciaron dos turistas holandeses en estas páginas el viernes pasado, ninguna reacción por parte de quien corresponda. Seguro que es porque les importa un bledo.
Bien, paseando por debajo de la muralla de Palma, me encuentro con que la escultura de George Sugarman, Negro & blanco horizonta, se está oxidando. Supongo que debe de ser porque no lleva la pintura adecuada. ¿Lo han detectado los servicios de mantenimiento de Cort?
Y acabo. Parquecito infantil de sa Feixina. En nuestra opinión se podrían hacer dos cosas en él. Una, rodear la zona donde están los juegos con arena. Así las caídas en ellas serían menos dolorosas. Dos, construir una pista de monopatín. De este modo, los chavales darían sus saltos en ellas y no en otros lugares, como escaleras y bordillos de jardines.
Pedro Prieto