Tras regresar Guillermo Martí, su esposa Manuela Oliver y su hijo «Guillermito» de Australia, las pasadas Navidades, lugar donde dejaron el «Gipsy» (Gitana), embarcación con la cual había comenzado a dar la vuelta al mundo, Guillermo volvió a marcharse el pasado 16 de julio hacia Darwing donde arregló el velero para poder finalizar así y en solitario lo que había empezado con su familia. La pasada semana Guillermo llegó al club náutico de sa Ràpita donde fue recibido por casi una veintena de embarcaciones y numerosos amigos. Su aventura comenzó el 31 de julio de 2001, en Mallorca. Tres meses antes, él y su mujer decidieron preparar todo para embarcarse en el sueño que ambos compartían, dar la vuelta al mundo, acompañados por su hijo de 18 meses de edad. Recorrieron todo el sur de España llegando a Canarias. La primera gran travesía fue de Gomera hasta Antigua y a partir de allí comenzaron a recorrer todo el Caribe. Posteriormente Venezuela, Antillas holandesas, Panamá, Islas Galápagos, donde recuerdan lo más hermoso de la naturaleza y donde el pequeño Guillermo se pudo bañar entre tortugas y divertirse de lo lindo en un ambiente paradisiaco. Un mes en las Islas Marquesas eran el aperitivo para llegar a Islas Toamotus y después islas de la Polinesia Francesa. Guillermo, Manuela y su hijo llegaron a Samoa, Fitdji e Isla Vanoatu, donde Guillermo tuvo fiebres y problemas en su pierna. Decidieron ir al estrecho de Torres, al norte de Australia, llegando a Darwing donde dejaron la embarcación y coger billetes hacia Palma. Así terminó esa aventura que esta familia de Binissalem había comenzado dos años y medio atrás. Pero «Gipsy», la embarcación de 10 metros y contruida en Argentina aún estaba en Australia por lo que tras un descanso Guillermo decidió volver a por el barco. Islas Christmas, Islas Seychelles, pasando por Isla Shagos y bordeando el nordeste de Àfrica, Adem (Yemen del Sur), desde allí entró en el Mar Rojo y debido al cansacio tras tres días sin dormir se quedó dormido y embarrancó. Afortunadamente trece horas después y con ayuda de unos amigos, el «Gipsy» volvió a surcar los mares, aunque con el timón roto. Jedda (Arabia Saudí), Egipto y Canal de Suez, antes de llegar al Mediterráneo, donde azotaban fuertes tormentas. Las últimas doscientas millas fueron las más largas hasta que llegó a Porto Cristo donde su mujer y su hijo le esperaban. Al día siguiente llegó al club náutico de sa Ràpita. La experiencia, positiva tanto para él como para su mujer será también inolvidable para el pequeño Guillermo quien, al igual que sus padres, ha conocido muchos lugares, sus tradiciones, gastronomía y costumbres, así como poder ver los paisajes más paradisiacos de la Tierra. Guillermo no descarta hacer nuevas aventuras, pero siempre en compañía de su familia. El coste de esta aventura, sin grandes lujos y sin pasar necesidades, les ha salido a unos 1.500 euros al mes.
Julián Aguirre