Joan Riudavets Moll, el sencillo y atento centenario menorquín que reside en es Migjorn Gran, pasó ayer, a los 113 años, a ser considerado el hombre más viejo del mundo, tras la muerte del japonés Yukichi Chuganji, que falleció el pasado domingo a los 114 años, edad que cumplirá Riudavets el próximo día 15 de diciembre. Ayer se difundió desde Tokio una información en la que se dio cuenta del fallecimiento de Yukichi Chuganji. El conocimiento informativo de la muerte del japonés coincidió con la visita de la vicepresidenta del Govern balear a Joan Riudavets, en el transcurso de la jornada de actividades oficiales que protagonizó ayer Rosa Estaràs, acompañada por el director general de Relacions Institucionals, Antoni Contestí.
El centenario, que había almorzado con su hija Paca, recibió de muy buen humor y ánimo a la vicepresidenta del Ejecutivo autonómico balear. Una vez más, Joan Riudavets sorprendió a quienes acudieron a visitarle por su entereza, cordialidad y buen estado físico. El centenario contestó a Estaràs con su conocida frase: «no em fa mal ni un dit des peu, me trob molt bé». La vicepresidenta del Ejecutivo autonómico le obsequió con productos propios de la gastronomía de Balears, a lo que que Riudavets correspondió con repostería tradicional de Menorca. El pasado mes de agosto Joan Riudavets recibió, por segunda vez, la visita del presidente del Gobierno, José María Aznar, que interrumpió sus vacaciones en Son Camaró para conversar con este migjorner que compendia la forma de ser de los menorquines.
Con sus 113 años, el menorquín, que recibió el Siurell de Plata de Ultima Hora, es una de las pocas personas que han vivido tres siglos, el XIX, el XX y el XXI. Ahora se ha convertido en el hombre de más edad del mundo. A pesar de su avanzada edad, Joan Riudavets sigue exhibiendo una admirable condición física, fruto de una prodigiosa longevidad. Pero el centenario menorquín siempre se muestra discreto, prudente, con gran sentido del humor y de la vida. En su último cumpleaños, el pasado año, el centenario menorquín se reunió al mediodía en un almuerzo con los familiares directos que quisieron compartir la alegría de la nueva celebración.
Josep Pons Fraga