La búsqueda de plenitud personal, para unos, o mera diversión, para otros, fueron los dos principales motivos entre un grupo de 45 personas que emprendió su camino hacia Santiago. Esta expedición, organizada por la Diócesis de Mallorca, estaba encabezada por su Vicario Episcopal, Jaume Alemany. Aunque es su décima andadura por este Camino desde su cargo, lleva dos años organizando esta peregrinación: una orientada a gente mayor, para quien es difícil hacerlo al completo y que atiende básicamente a los aspectos culturales que el Camino ofrece; y la otra, como esta última, formada por un numeroso y diverso grupo. Emprendieron su ruta en Rabanal del Camino, un pueblo cercano a Astorga (León), en total, 220 kms en diez días, desde el 19 hasta el 29 de julio.
De este grupo, Jaume Alemany destaca «la diversidad de procedencias -19 personas eran de Manacor y el resto de diferentes puntos de Mallorca-, y la diversidad de miembros -desde un niño de 12 años hasta un hombre de 68. El resto era gente joven de entre 20 y 30 años». Este gran grupo no se lanzó a la aventura. La experiencia de algunos de sus miembros les permitió hacer su camino mucho más llevadero. En todo momento les acompañó una furgoneta de soporte, la cual fue el motivo por el que no tenían posibilidad de hospedarse en los albergues, puesto que están reservados a particulares y grupos más reducidos. Ellos pasaban las noches en polideportivos o en instalaciones de parroquias.
Las mayores dificultades con que se encontraron, que resultaron ser pocas, fueron el calzado inadecuado y la carencia de una correcta preparación física de algunos de los componentes del grupo. Las motivaciones que tiene cada uno son diversas. Se apunta gente con un perfil bastante definido: para todos, el Camino supone un reto en sus vidas. «El camino te plantea delante de ti mismo», explica Jaume Alemany. La dimensión espiritual del Camino merece, según Alemany, especial mención.
María Salas