Cas Català, con sus bucólicas caletas rodeadas por poéticas villas junto a un hotel de señorial y novelesca estampa, ofrece una atmósfera propia de un tiempo desvanecido desde la irrupción de la modernidad. Un ambiente irreal con ribetes poéticos en una tarde que anuncia el otoño, entre tonos malva. Aquí, en el vecino y solitario Caló des Mais vivió Errol Flynn junto a su bella esposa Patricia Wymore, cuyo recuerdo permanece en forma de fragmento de la torre de su chalet «Es Molí» de estilo ibicenco, ubicado en un pequeño jardín. Por entonces todavía llegaba el tranvía eléctrico a estos parajes, cuya línea se estableció en 1920 y formó parte del lugar hasta mediados de los 50. Un romántico medio de transporte que acercó este lugar a muchas familias que establecieron aquí la moda del picnic.
Más acá, en el acogedor Caló des Macs, dotado de un encantador chiringuito con terraza, se ha abierto este año un espectacular mirador. Enfrente se ubicaba el antiguo hotel Cas Catalá, nombre por cierto derivado de un hostal ubicado en la primigenia cala Son Alegre, que ofrecía comidas a los visitantes.
En 1950 este edificio se transformó en el hotel Maricel, magnífica obra regionalista de Francesc Casas que continuó abierto a la sociedad local con su elegante terraza sobre el mar hasta su cierre en 1986. Reabierto el pasado año sin su mobiliario mallorquín original, ahora funciona como un establecimiento VIP de uso exclusivo para los clientes. Pero, por fortuna, todavía podemos contemplar su arquitectura, que por mor de la catalogación no ha podido ser modernizada. Una imagen que nos transporta a otra dimensión en el tiempo, cuando clásicos yawls como el «Zaca» surcaban una bahía cristalina.
Gabriel Alomar