Llevamos unos meses entusiasmados con la idea de que en nuestras aguas se celebre la 32ª edición de la Copa América. Desde aquí, faltaría más, defendemos la causa y solicitamos el apoyo popular para conseguirlo. Con todo, y sin ánimo de robarle protagonismo al evento estrella del nuevo milenio, la imagen diaria de cientos de bañistas esforzados practicando deporte en nuestras playas nos sugiere una nueva reivindicación: ¿Para cuándo la designación de Mallorca como sede de los primeros Juegos Olímpicos Playeros de la historia?
No es que nos hayamos vuelto locos, no. Es que hemos recorrido el perímetro de la Isla y hemos encontrado un auténtico cuadro olímpico: jóvenes sudorosos (también bastante barriga gelatinosa) empujando el clásico balón «súper-tele» sobre la arena hirviente, la espinilla curtida, el bañador a punto de desfallecer; parejas risueñas rollo anuncio turoperador jugando a las palas en el filo de la orilla, él preocupado por ganar todos los puntos en juego y ella obsesionada en la inestable arquitectura de su bikini con lentejuelas; niños corriendo los cien metros lisos en primera línea de playa y los cien obstáculos entre las toallas de ese matrimonio que ya empieza a estar harto de espantarse la arena frente al rostro; más niños enredados en una interminable lucha grecorromana, convertidos en un cuerpo informe de seis pies y ocho brazos, sudando y rebozándose como croquetas al sol de mediodía y ancianos marchando de un lado a otro, dándole años al corazón a ritmo de maratón playera.
¿Piensan que no tendríamos disciplinas suficientes? Aquí van más sugerencias: natación con marejada, natación sin marejada, carrera de velomares, levantamiento de hamacas, voley playa, esgrima con parasol, esquí acuático y acrobático, gimnasia rítmica (¿quién de ustedes no ha intentado alguna vez hacer el pino con dos palmos de agua?), lanzamiento de disco, waterpolo...
Eduardo Colom