Castillos de arena, colchonetas con forma de cocodrilo, manguitos,... se convierten en habituales de las playas con la llegada del calor y de las vacaciones. Sus propietarios: los niños. Los campos de arena se transforman en improvisados patios de recreo para los más pequeños una vez finalizadas las clases. Cambian lapiceros y pinturas, por paletas y cubos. Y es que los menudos abandonan las aburridas tablas de multiplicar para, esta vez, disfrutar contando el número de torres que va a tener su castillo de arena.
Por ello no hay nadie que disfrute más del verano y de la playa que estos pequeños reyes de la arena. Cada día de estío llegan a las playas de la Isla miles de niños equipados con su arsenal de construcción: palas, rastrillos, cubos,... como si de los más geniales ingenieros se tratara.
Y es que la diversión está asegurada y las posibilidades de pasar la mañana son muy variadas. Castillos de arena, chapotear en el agua, jugar al fútbol o dar piruetas... El caso es aprovechar hasta el último minuto del día de playa y dar algún que otro disgusto a los padres, que tienen que estar pendientes de sus travesuras en todo momento. Y todavía queda mucho verano por delante, por lo que los cuadernos y las matemáticas pueden esperar en las carteras, y es que quedan muchos castillos por hacer.
Sebastián Sabater