Hace treinta años no había televisión en todas las casas, ni aire acondicionado. Mucha gente pasaba las tardes del verano sentada en la terraza del Bar Güell, donde podían sentir un ambiente tan tradicional y mallorquín que recordaba a los bares de pueblo, a pesar de estar situado en plena ciudad. Un día la hija del dueño del bar, Tolo Güell, iba corriendo y se cayó haciendo explotar un sifón que llevaba en las manos. Fue un pequeño susto pero no pasó nada. Ramón Martinez, un amigo de Tolo, aprovechó el momento para bromear clamando «¡Milagro! ¡Ha sido un milagro! tenemos que ir a Lluc caminando». Quien iba a pensar que aquella broma sería el principio de la «Marxa d'es Güell a Lluc a peu», una marcha popular que ha terminado conviertiendose en una verdadera expresión de mallorquinidad. ¿Es Lluc para los mallorquines como la meca para los musulmanes?
La primera marcha la emprendieron Tolo y treinta amigos el 17 de Julio de 1974. El año siguiente fueron 100. El cuarto año fueron 600 personas. En los años ochenta se logró el record de participación, cifrado por algunos en 50.000 personas. Y en 1993 los Reyes de España dieron la salida, otorgando al acto un honorable reconocimiento histórico. Este sábado 2 de agosto «D'es Güell a Lluc a Peu» será una velada muy especial porque la marcha cumplirá treinta años. Los 48 kilometros de recorrido seguirán siendo duros, pero los caminantes podrán disfrutar de una seguridad y organización cada vez más eficaz. Además, los participantes son más cada vez más jovenes y van mejor preparados, ya no se ve, como ocurría antaño, a mujeres desfilar en zapatos de tacón; las lesiones son menores, los encargados del avituallamiento ahorran a los caminantes la molestia de cargar con mochilas, y cada vez son más los que logran coronar la ansiada cima. Además, comenta Güell que el camino hasta Lluc es una estupenda oportunidad para hacer nuevos amigos e incluso, llegar con pareja. Y no es broma, porque un día le dijo un peruano que «Allí conocí a mi actual esposa, y a nuestro hijo le pusimos tu nombre». Así da gusto peregrinar hasta Lluc.
Jonás Climent