JULIÀN AGUIRRE/MICHEL'S
Ni Felipe González ni la top mode Claudia Schiffer provocaron tanto
revuelo durante sus veraneos en el Port d'Andratx como el
protagonizado ayer por los reyes de Jordania. Abdalá y su esposa,
Rania, aprovecharon el día gris panzadeburro para pasar la mayor
parte de la jornada en tierra y almorzar en el restaurante Miramar
del puerto, conocido por sus especialidades en pescado y marisco y
frecuentado por celebridades y amantes del buen comer. La pareja
real, acompañada de su hijo Husein, parte del séquito y numerosos
guardaespaldas que no pusieron ninguna traba a la labor informativa
de los periodistas allí convocados; ocuparon una mesa del interior
del local y consumieron gazpacho, habas con jamón (ingrediente,
éste último, que retiraron del plato ya que lo prohíbe su
religión), pimientos de padrón, ensalada y marisco, para acabar con
un sorbete de limón.
Mientras Abdalá y su hijo abandonaron el establecimiento por la puerta principal, Rania lo hizo, discretamente, por la parte trasera, desde donde emprendió un peregrinar por las boutiques del puerto con la intención de adquirir algunas prendas para el baño.
Los reyes de Jordania llegaron al Port d'Andratx procedentes de Puerto Portals a bordo de su yate, en el que dedicaron parte de la mañana a relajarse, tomar el sol y escuchar música. Sobre este último extremo, cabe destacar el interés de Abdalá y Rania por la música pop española. No sonaron los éxitos de OT, pero sí el vendaval «Aserejé», que se convirtió en el himno del verano 2002. Las Ketchup, al servicio de la reina más guapa del planeta, para sus ratos de ocio.
Previamente, el monarca jordano había atendido unos asuntos personales en compañía de sus asesores en el hotel Mar d'Avall de Costa d'en Blanes. La reunión se prolongó hasta mediodía. Al final de la misma, Abdalá subió a uno de los 28 mercedes que utiliza para sus desplazamientos por Mallorca y regresó a Portals, junto a los suyos.