A las cuatro y media de la tarde de ayer el avión de la casa real
jordana, un impresionante jumbo que lucía en su cola una brillante
corona real de oro, aterrizó en la base aérea de Son Sant Joan. A
bordo iban el rey de Jordania, Abdalá ibn el Husayh, Abdalá II, y
su esposa Rania. Les acompañaban sus hijos Hussein, Imán y Salem.
¿Venían a celebrar a Mallorca su décimo aniversario de boda? Podría
ser, pues el próximo día diez de los corrientes se cumplen los diez
años de matrimonio. Aunque está claro que la familia real jordana
llegaba a Mallorca a descansar, tras días ajetreados de reuniones y
cumbres buscando la paz en Oriente Medio. Pero no crean que llegó
sólo la familia, tras ellos un séquito de casi un centenar de
personas, 23 coches de lujo, tres autocares para el personal, dos
camiones de mudanzas para trasportar las maletas y el equipaje,
además de un amplio despliegue militar y del cuerpo de la Guardia
Civil Española. El trayecto desde la base militar de Son Sant Joan,
hasta el yate de Puerto Portals fue tan impresionante como que la
comitiva despistó a más de un conductor al ver tal espectáculo. El
rey Abdalá II y su mujer Rania disfrutaron las primeras horas de
estancia en la Isla en la parte del puente de dicho yate,
observando el paisaje y refrescándose con un aperitivo. Amarrado en
el mismo pantalán, otro impresionante yate, pero este, con un piso
menos, pues es el del servicio.
Pero bueno, en principio son unos días de descanso en Mallorca,
puesto que el monarca jordano llegaba a Palma poco después de haber
concluido la cumbre árabe-norteamericana en la que Bush se
entrevistó con él, con Mubarak, presidente de Egipto; Hamad Ben
Issa, presidente de Bahrein; Abdalá ben Abdel Azis, heredero de la
corona de Arabia Saudita y el primer ministro palestino Mohamed
Abba. Como buen mediador de la paz entre Israel y Palestina -Abdalá
siempre fue partidario de que Jerusalén fuera la capital del estado
de Israel y del futuro estado palestino-, la semana pasada propició
el encuentro a tres bandas entre el presidente Bush, y los primeros
ministros israelí y palestino Ariel Sharon y Magmed Abbas.
Abdalá, hijo de Hussein de Jordania y de una de su esposa, la
británica Toni Gardiner, subió al trono a poco de fallecer aquél,
en 1999, cuando contaba con 38 años de edad. Seis años antes, el 10
de junio, se había casado con la bella palestina Rania Yasín.
Según la tradición, debe de ser el padre del novio quien pida la
mano. Por ello, Hussein, el rey de los jordanos, se desplazó hasta
la casa de los Yasín. Cuentan las crónicas de la época que,
siguiendo una costumbre beduina, el rey se negó a aceptar el café
que le ofrecían sus futuros consuegros hasta que el padre de Rania
pronunció la frase ritual: «Se la concedo y que colmen su hogar las
risas de los niños».
Julián Aguirre