Una jornada de doce horas en el Consolat de la Mar puso ayer fin a los cuatro años de Francesc Antich como president de Balears. Hoy por la mañana acudirá directamente al Parlament, por la tarde se reunirá con el Grupo Socialista -con quien analizará el discurso de investidura de su sucesor- y, posiblemente (no está confirmado), mañana tampoco regrese al edificio que ha marcado la vida política en estos años. De hecho, ayer ya de despidió de sus colaboradores. Poco después de las nueve de la noche, habló por teléfono, recogió unos folios manuscritos y se fue.
Mañana, a esta misma hora, Jaume Matas habrá sido investido por el Parlament y el despacho que ya ocupó hasta 1999 le estará esperando de nuevo. El primer socialista que ha presidio Balears llegó al Consolat de la Mar cuando faltaban diez minutos para las nueve de la mañana. Como cada día, su coche oficial, un Volkswagen Passat, había ido a recogerle a Algaida. El mismo que, doce horas después, hacía el viaje de regreso.
El president comió en el Consolat: gazpacho y estofado. No quiso salir al mediodía. Reacio a efectuar declaraciones durante toda la jornada -«mañana hablará, hoy está enfrascado en la preparación del discurso de mañana», dijo una fuente autorizada- finalmente accedió a comentar lo que ese día le había pasado por la mente y pese al desánimo por la pérdida del Govern dijo que «a un presidente no se le recuerda por unas elecciones, sino por su trabajo a favor de unas políticas progresistas».