Ciutadella es el Olimpo. Ya no hay más Dios que Sant Joan ni más fiesta que la vivida, cada minuto y segundo del día, en plena calle. La ciudad es estos días el Edén que millares de menorquines y visitantes habían soñado. Es el triunfo de la tradición y del entusiasmado celo con el que todo un pueblo se entrega devoto a sus fiestas. La primera jornada de festa gran lo fue ayer en mayúsculas. Por el enorme gentío que siguió cada acto, por la espectacular destreza de los 124 cavallers que conformaron la Qualcada y por eseny que, pese a tanta muchedumbre, se impone como la mejor medicina incluso en los instantes de más evidente embriaguez.
El Caragol des Born ejemplificó todas estas virtudes. Desde la novedosa entrada a la plaza -empujones aparte- de los músicos de la Agrupació Musical a la que, minutos después, efectuó el Caixer Senyor del bienio. Gabriel de Olivar pudo sacarse la «espina» que tenía clavada desde el pasado año con una carrera mucho más convincente. Y mientras el Jaleo enaltecía a las masas entre arronsades de los caballos, por las esquinas de la majestuosa plaza corría egin amb llimonada, el brebaje que, cual elixir, lograba multiplicar las sensaciones de fascinación colectiva.
La fiesta nació a las dos de la tarde en el domicilio familiar
deCaixer Senyor y no cesó hasta bien entrada la madrugada, con la
beguda con la que Gabriel de Olivar obsequió a los cavallers en su
último año como presidente de las fiestas. Casi quince horas de
agradecida paliza que hoy tendrán continuidad, cuando este pueblo
nacido para y por un 24 de junio se entregue nuevamente a su
destino festivo. A las ocho de la mañana volverá a despertar a
todos el sonido del tambor y efabio y, cual flautista de Hamelín,
las calles rebosarán exultantes de gente y alegría. Ja és Sant
Joan. Muchos cavallers estaban frescos, pero no así los integrantes
de la Junta de Caixers, que casi no pudieron descansar de la
agotadora jornada vivida eDiumenge des Be. La beguda servida en el
domicilio deCaixer Casat en la calle de Sant Jeroni concluyó sobre
la una de la madrugada pero, a las dos de la tarde y con más
problemas de los previstos, e fabioler ya estaba de nuevo en Ca's
Caixer Senyor dispuesto a pedirle permiso para iniciar
ereplec.
David Marquès