Apenas dejamos los últimos edificios urbanos de Palma en dirección a Ponent llegamos a Can Pere Antoni, playa rehabilitada tras años de degradación, ubicada geográficamente entre ses Troneres y sa Punta des Gas. Antaño acogió un comedor público al aire libre que le dio el nombre en un ambiente entre marinero e industrial por la cercanía de la antigua fábrica de gas y electricidad. Preludio de es Molinar, a partir de los años 60 se convirtió en poblado gitano y hoy, tras una demolición completa, se ha recuperado como zona residencial de lujo con paseo sobre la playa. A modo de testigos de un pretérito borrado ya por el paso del tiempo restan las torres de antiguos molinos harineros, reacondicionadas a nuevos usos dentro de la zona de paseo como elementos arquitectónicos singulares de nuestro patrimonio histórico.
La playa de Can Pere Antoni, como podemos comprobar a lo largo
de sus 750 metros de longitud por 15 de anchura, ha experimentado
una transformación espectacular en toda su superficie, que totaliza
10.250 metros cuadrados, ante un escenario que constituye un
formidable mirador de la actividad portuaria. La inmediatez a
Palma, su fácil acceso peatonal a través del paseo marítimo de
Llevant, ahora en proyecto de remodelación, facilita su acceso y
popularidad. Apreciada sobre todo por los vecinos de los
alrededores que constituyen junto con numerosos palmesanos el
núcleo social de los bañistas. Los días laborables aún goza de una
tranquilidad envidiable, como pudimos comprobar. Por el contrario,
y al igual que ocurre con todas las playas inmediatas a Palma, los
fines de semana sufre niveles de ocupación muy elevados. Se ve con
frecuencia afectada por los temporales de Ponent.
Gabriel Alomar