A lo largo del año 2002 en España se inició la construcción de 524.000 viviendas, unas 240.000 más de lo requerido según las necesidades teóricas de reposición desde un punto de vista demográfico. Así lo establece un informe de Euroconstruct, un grupo independiente de análisis del sector de la construcción que está formado por 19 institutos europeos. Pese a ese evidente desequilibrio, que pone de relieve que se construye mucho más de lo necesario, se vende casi toda la oferta que sale al mercado y, lo que resulta más preocupante, a unos precios que determinan que aumente la dificultad de acceso a una vivienda para una parte creciente de la población española.
Es decir, se construye en exceso pero los precios no bajan. ¿Constituye ello un buen síntoma? Francamente, parece que no, por más que exista una tendencia general a pensar que cuando se va a lo grande, es que se va bien. Fijémonos en la muy distinta trayectoria que sigue la construcción en el resto de Europa; allí, durante el mismo período, la construcción creció una media del 1%, mientras que entre nosotros lo hizo el 4,5%. Aquí, los precios de la vivienda se incrementan en una media que ronda el 16% anual, cifra también muy superior a la que encontramos en países de nuestro entorno.
Sería muy intersante averiguar con exactitud quién compra tantas viviendas y a tan alto precio, por más que desde medios oficiales se afirma que no existen estadísticas fiables al respecto. Se supone, sí, que buena parte de los compradores son inversores españoles que han dejado de invertir en bolsa, o también ciudadanos extranjeros que adquieren viviendas en España como segunda residencia. Todo ello induce a pensar en una fuerte especulación, que aún irá a más, y que en principio no contribuye a mejorar la calidad de vida del ciudadano español medio. Y ser más «ricos» para en el fondo no vivir mejor es algo que carece de sentido.