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Editorial

Los errores de Margarita Nájera

Calvià, uno de los municipios más importantes de Balears por su peso económico y turístico, deja atrás una etapa de su historia reciente, marcada, precisamente, por el talante excesivamente personalista de la que ha sido su alcaldesa durante los últimos doce años, Margarita Nájera. Tan personalista que en no pocas ocasiones ha prescindido de su propio partido cuando le ha interesado. Al poner término a su dilatada presencia en el Consistorio de Calvià, ha reconocido que su «hiperliderazgo» y un «exceso de confianza» han podido provocar una pérdida de votos que ha permitido entregar la Alcaldía al pacto firmado entre PP y UM. Pese a ello, Nájera no ha querido que se reflejara en su rostro lo amargo de la derrota y no ha querido dar a sus adversarios la satisfacción de verla abatida.

El secretario general del PSIB y el secretario de Organización, Francesc Antich y Damià Cànoves, arroparon a la ya ex alcaldesa y destacaron su trabajo como un «referente político» para su partido, pero lo cierto es que Nájera siempre ha ido por libre. Nájera ha practicado el socialismo a su manera, al margen del PSIB, y siempre más pendiente de sus contactos con el PSOE de Madrid, aunque siempre apostase por candidatos perdedores. A Nájera le ha perdido su exceso de poder, su soberbia política, su desprecio por el contrincante y todas las sospechas de escándalos y de presuntas corrupciones que la han rodeado.

Nájera no ha dudado en recurrir a cuantos asesoramientos y técnicas de márketing político ha creído convenientes para intentar perpetuarse en el poder municipal. Hasta que el electorado le ha pasado factura. Se han valorado muchas iniciativas suyas de carácter social, ciertas mejoras urbanísticas y su apuesta por la sostenibilidad, en un municipio excesivamente castigado por la especulación bajo el mandato socialista, pero sus maneras y métodos prepotentes han pesado más en su contra y han inclinado la balanza a favor de un cambio necesario.

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