Un vuelco espectacular se ha producido en el panorama político balear. En contra de lo que auguraban encuestas y sondeos, el Partido Popular de Jaume Matas ha logrado la mayoría absoluta en el Parlament, lo que le abre de nuevo las puertas del Consolat de Mar. Si bien una de las hipótesis más barajadas por los expertos es que la alta participación favorece a los partidos grandes -en eso no se equivocan, pues tanto PP como PSOE han subido-, tampoco hay que desdeñar razones más domésticas, como la delicada situación del turismo, como factor a tener en cuenta en este triunfo popular.
Pero no acaban ahí las alegrías de los conservadores, pues también se adjudican la mayoría absoluta en el Ajuntament de Palma y la posibilidad de llevarse el Consell Insular si logran el apoyo de UM; un llamativo triunfo en las Pitiüses, donde el Pacte de Progrés ha perdido el Consell -resultado clave para la victoria de Matas-, aunque conserva el Consistorio de la capital; un significativo aumento de votos en Menorca -a pesar de ser el territorio donde mejor le han ido las cosas a la izquierda-, donde empatan PP y PSOE en el Consell, que dependerá del apoyo del PSM, además de lograr la mayoría en Ciutadella; así como un empate en Calvià, hasta hoy feudo incontestable del PSOE.
Menos espectaculares han sido los cambios vividos en el resto de España, donde la novedad más destacada es la holgada victoria de Ruiz Gallardón en el Ayuntamiento de la capital y la ganancia de votos del PNV. Pese a ello, el PSOE considera cumplidos sus objetivos, al haber obtenido más votos que el PP y más alcaldías de las que tenía hasta ahora. Aunque a nadie se le escapa que eefecto Zapatero y asuntos como la guerra de Irak o ePrestige hacían presagiar un empuje más rotundo para los socialistas. Al final parece que seguimos votando por lo que nos afecta más directamente y en esta ocasión la intentona de convertir en primarias unas elecciones municipales no ha funcionado.