A media mañana de ayer partieron hacia Valencia los Úbeda, hermanos y sobrinos del obispo don Teodor, enterrado anteayer en la Seu palmesana. No pudieron desplazarse a Palma Manuel, hermano mayor del prelado finado, ni su esposa Josefina Morales, pero si lo hicieron su otro hermano, Salvador, su esposa, Josefina Ortiz, y los hijos de unos y otros, a saber: María José, José Manuel, Inmaculada, Esther, Francisco, Juan Luis, Ignacio José, y Raquel, hijos de Manuel, y Manuel Alfonso, José Salvador y Pilar, hijos de Salvador.
En lo que esperamos a que den la salida de su vuelo, Salvador, que está a punto de cumplir los 75 años, y que trabajó hasta su jubilación en la empresa textil de Ontinyent, y que por cierto tiene un gran parecido con don Teodor, nos contó que «mi hermano estaba encantado de ser el obispo de Mallorca, tierra a la que quería tanto o más que a la suya... aunque también hemos visto que aquí era correspondido, pues lo de ayer -se refiere al funeral- es algo que no olvidaremos nunca. Por lo que sabemos, desde el primer momento cayó muy bien entre la gente de Mallorca, sobre todo entre los jóvenes». La que fuera su cuñada cuenta «que anteayer, cuando retiraban las numerosas coronas para llevarlas al cementerio para depositarlas sobre la fosa común, alguien exclamó ¡cuánto dinero!, y yo por lo bajo pensé: ¡cuánto amor le profesaban los mallorquines a Teodor!».
Según Salvador, don Teodor hasta que entró en el quirófano no sabía que estaba enfermo, ni mucho menos que se iba a morir semanas después. «Hace unos meses nos vino a ver a Ontinyent. Nos contó que le iban a hacer una revisión, nada de importancia, pero que a lo mejor le operaban. Y así fue. Y al principio todo fue bien, pues según mis noticias, al segundo día le dieron de comer y al tercero le entraron en la UCI los periódicos para que se entretuviera. Inesperadamente por la tarde entró en crisis y tuvieron que entubarle y... bueno, pues estuvo un mes en la UCI hasta el domingo».
Pedro Prieto