La capilla ardiente con los restos mortales del obispo de Mallorca, que hoy será enterrado, permaneció ayer abierta durante todo el día en el Palau Episcopal y fue visitada por miles de ciudadanos para dar el último adiós a Teodor Úbeda. El candidato del PP a la Presidencia de la Comunitat, Jaume Matas, y la candidata al Ajuntament de Palma, Catalina Cirer, llegaron al Palau Episcopal a media mañana para dar el pésame a la familia del obispo, y poco más tarde lo hizo el delegado del Gobierno, Miquel Ramis. Jaume Matas definió al obispo como «un hombre que nos ha dejado huella, ya que hizo mucho por Mallorca y por el pueblo de Mallorca». Según declaró, «siempre estará presente en el corazón de la Iglesia y en el de todos nosotros».
Para el candidato popular, «Teodor Úbeda siempre entendió los sentimientos más profundos de nuestro pueblo, de nuestra forma de ser» y consideró que «ha escrito una parte muy importante de nuestra historia». Por su parte, Catalina Cirer se mostró muy apenada por la desaparición de un hombre «al que conocí con dieciséis años, cuando era la coordinadora de un movimiento de estudiantes cristianos». Afirmó que «para cualquier persona creyente y miembro de la Iglesia son momentos tristes» y añadió que «este obispo ha marcado un estilo en el modo de vivir la fe en nuestra Diócesis». Cirer deseó que «tengamos pronto otro obispo bueno, que prosiga su camino en favor de la evolución de la Iglesia de Mallorca».
Para el delegado del Gobierno, Úbeda «ha sido un referente en tolerancia, en coherencia o en diálogo, un referente social, que ha trascendido lo puramente religioso». «Han sido treinta años, en los que ha marcado una época y la historia de Mallorca», concluyó Ramis. Junto a las autoridades, acudieron a la capilla ardiente, hasta el mismo momento en que se cerraron las puertas a las 21.00 horas, miles de ciudadanos anónimos de toda clase y condición. Desde jubilados hasta un grupo de bomberos de Palma, pasando por religiosos, jóvenes o marginados, gente que se acercó al Palau Episcopal para rendir su personal homenaje al obispo. Muchas de estas personas no quisieron marcharse sin dejar su testimonio escrito en el libro de condolencias.