Numeroso público se reunió ayer en el recinto de la Feria de Abril, donde, siguiendo la tradición, las jornadas festivas finalizaron con una misa rociera. Fue un acto de devoción con música que interpretó el Coro Rociero de la Casa de Andalucía. El sacerdote Julián González, también capellán de la Casa de Andalucía, ofició ayer la misa en la que se rezó por Juan Pablo II, que cumplía 83 años, y por la recuperación del obispo Teodoro Úbeda. Entonces, los asistentes a la misa desconocían que el bisbe había fallecido en la clínica por la mañana. La noticia del óbito llegaba a la redacción del periódico poco después de finalizar el acto religioso en la Feria de Abril, que se despidió hasta el año próximo.
Con un día de espléndido sol, la avenida mayor de la feria acogió el oficio eucarístico, en el que el Coro Rociero interpretó varios temas, como el «Padrenuestro» y el «Gloria», para acabar con la «Salve rociera». Allí estuvieron algunos políticos municipales y aspirantes a la Alcaldía de Palma. El alcalde Joan Fageda acudió en compañía del concejal Joan Bauzà y de la concejala Maite Jiménez, que se vistió de faralaes para la ocasión. Por el PSOE no faltaron Antoni Roig, candidato a Cort, y Ramon Torres, concejal.
El sol, que apretó fuerte, no pudo con la devoción del millar de asistentes, que tuvieron que echar mano de pañuelos, sombrillas y hasta periódicos para cubrirse la cabeza. Este año se echó en falta la vistosidad de los caballos engalanados a la andaluza, que no pudieron acudir por la enfermedad que afecta a los equinos y que obligó a prohibir su presencia en el recinto ferial. La misa rociera se ha consolidado como el acto de despedida de la feria congregando, cada año, a un mayor número de fieles entre los adictos a unos días de celebración con sabor andaluz, flamenco y vino fino, trajes de volantes, casetas y mucha alegría.
Pedro Prieto