DAVID J. NADAL
La Semana Santa trae consigo pasión y devoción, pero también nos da
vacaciones, buen tiempo -casi siempre- y turistas, muchos turistas.
Y es que estos días la Isla se ha llenado de gente, de
mallorquines, de peninsulares y de extranjeros.
Por ejemplo, Palma ayer sábado vivió una jornada de vaivén, ya que fueron muchos los que, tras dos jornadas de procesiones y de devoción, salieron a la calle a pasear, a tomar el sol -sólo por la mañana-, y a relajarse, después de las semanas de Cuaresma.
La manga corta -sobre todo, en los extranjeros- y las ganas de comer panades han pasado al primer plano, aunque por la tarde llovió y se estropeó el día.
El nivel de ocupación hotelera es mucho mejor del esperado y, olvidándose un rato de la «guerra de cifras» entre los hoteleros y el Govern, está claro que gente hay... y mucha. Mallorca es Mallorca y mantiene su encanto. En el día de ayer está la prueba. Terrazas llenas, incluso es Born presentaba un buen aspecto, y Sant Miquel y Oms, con la mejor imagen posible: Palma fue un largo paseo.
Pero, ¿qué es la primavera sin las primeras gotas de sol y los primeros destellos morenos? En busca de ellos fueron muchos los que ayer se llenaron los pies de arena y se acercaron a tumbarse en la playa. Los más osados se bañaron: la mayoría turistas del norte, que son más amigos del agua fría que los mallorquines, aunque en general se optó por recorrer la orilla, jugar con el perro o enamorarse un poco más de la pareja.