Hilo, algodón, terciopelo, seda, lana griega, abalorios. Con estos materiales se ha creado el vestuario de «Nit de reis», de William Shakespeare, que estos días se ensaya en Bunyola. Pilar Albadalejo y Andreu Sánchez, con un currículum en el que figuran las producciones de todos los «grandes» del teatro en Cataluña, han sido los autores de los trajes que los actores se probaron ayer por primera vez. Auténticos enamorados de una profesión u «oficio a la antigua, artesanal, que mantenemos unos pocos», explican cómo han respondido al encargo de Rafael Oliver Producciones para esta comedia de Shakespeare que se estrenará el 25 de abril en Eivissa y estará todo el mes de mayo en el nuevo teatro de Sa Calatrava. «El espíritu de nuestra propuesta siempre parte de una idea. En este caso, Pitus Fernández, el director, nos pidió algo atemporal, imaginativo». De este modo, el vestuario de «Nit de reis» se ha inspirado «en el Mediterráneo, entre Grecia y Turquía, en lo oriental con un toque zíngaro, centroeuropeo», una amplia zona donde se supone que transcurre la acción de la obra. Pilar y Andreu trabajan a mano, en el taller, diseñando, haciendo patrones, cosiendo y hasta inventando mil trucos para que los cortes y vestidos resulten «creíbles». Llevan muchos años en esto y han puesto su sello a Dagoll Dagom, Tricicle, La Cubana o Comediants, entre otros.
Un paso importante en el proceso es la búsqueda de telas que
respondan a las texturas y caídas que ellos imaginan para los
trajes. Y así como el patronaje y el corte no es el mismo que
manejarían modistas y sastras para la ropa de hoy en día, tampoco
ellos se proveen de telas en lugares al uso. Pueden acudir a una
tienda de confección, establecimientos de tapicería, cortinaje o
hasta un trapero. Las telas alcanzan en sus manos un nuevo valor,
porque «las tratamos con pigmentos, lejías, para conseguir el
efecto deseado; igual sucede con los abalorios, que envejecemos y
combinamos para que, siendo actuales, parezcan antiguos».
Investigación histórica, muchas horas en el taller, haciendo
patrones, cortando, dando puntadas y, sobre todo, mucha imaginación
convierten a profesionales como Pilar Albadalejo y Andreu Sánchez
en auténticos «costureros prodigiosos».
Mariana Díaz