El ser voluntario se nace, se lleva dentro, es una vocación. Cuando se es voluntario se demuestra que la voluntad nace de las entrañas, y no por fuerza o necesidad, sino espontáneamente. Sin obligación, ni deber. María Jesús Gajate es una de esas voluntarias, lo es por amor a los demás, por vocación, por ilusión y por obligación espiritual. Se siente en la necesidad de ayudar a los demás. Tiene 38 años, es de Zamora, hace diez que vive en la Isla y es auxiliar vigilante de Trablisa.
Monserrat Baró es una de esas personas que necesita del voluntariado para vivir en buenas condiciones. Necesita de María Jesús para seguir sonriendo semana a semana. Una sonrisa que cuando nace llena de vida su alrededor. La Cruz Roja es la responsable de que Monserrat y María Jesús vean cumplimentadas sus necesidades, es la institución que pone al alcance de Monserrat, de 84 años, una voluntaria que la acompaña durante una hora al día, dos veces por semana, y que le permite continuar con el contacto de sus recuerdos, a base de conversaciones, paseos...Cómo dice Monserrat es «una hora de vida».
La señora Baró es de Barcelona, hace 53 años que vive en Mallorca y se quedó viuda hace tres, tiene dos hijas, un nieto de 25 años y una nieta de siete. Pero vive sola -«porque ellos tienen sus vidas, aunque me quieren mucho y me vienen a ver a menudo»- y debido a su edad los médicos le dijeron que no podía estar tanto tiempo sentada, que debía caminar. Fue entonces cuando la Cruz Roja le puso una acompañante. «Quiero decir una cosa, ¿puedo? ¿Saldrá publicado? Esta institución es maravillosa, se lo debo todo. También a Servirecord, que viene a ducharme todos los días». Servirecord es una empresa de asistencia domiciliaria que a través del Ajuntament de Palma visita en sus casas a las personas necesitadas. Monserrat, que está impedida tras una operación en los pies y una caída en la que se rompió un brazo, recibe día sí y día no la visita de una persona de Servirecord que la ducha y le adecenta la casa.
David J. Nadal