La presidenta de la Casa Balear de Caracas me trae una carta del
padre Guillermo Ripoll, mercedario palmesano, en la actualidad
director del colegio Tirso de Molina, de Caracas, y ex presidente
de la citada Casa. En el sobre, junto con una carta, hay dos
fotografías. En una aparece su hermana Concepción, de rodillas. En
la otra, junto a otras hermanas, con un ramo de flores en sus
manos. «Mi hermanan Concepción Ripoll cumplió recientemente las
Bodas de Oro de su profesión de religiosa como Hermanita de los
Pobres de Valledupar (Colombia). Nació en Palma hace 74 años y en
1950 ingresó en la citada congregación parea luego hacerse
misionera para atender a los ancianos de diversos lugares del
mundo. Su primer destino fue Singapur, de donde por circunstancias
políticas tuvo que salir. Luego estuvo en Penang (China), dos veces
en Samoa, Nueva Caledonia y Hong Kong, donde coincidió con otra
hermana mallorquina que recientemente cumplió cien años. Desde hace
cinco, Concepción está en América Latina, específicamente en
Colombia, donde sigue atendiendo a ancianos muy pobres y
abandonados. Primero en Tibú y Cali, y ahora en Valledupar». Dice
el padre Ripoll más adelante que «es un honor para todos los
mallorquines conocer a personas coterráneas que un día dejaron
patria y familia para cumplir una misión tan especial como la de
atender a los ancianos más pobres, sin importar lugar, raza,
costumbres, lengua y religión. A estas personas -concluye- habría
que levantarles un monumento y reconocerles su obra tan cristiana
como humanitaria». Y tanto que sí. Y yo me apunto.
Pedro Prieto
50 años al servicio de los pobres
Sor Concepción Ripoll, Hermana de la Caridad, trabaja en Colombia