El profesor Gaspar Valero fue ayer anfitrión de una cincuentena de personas que, convocadas por ARCA, recorrieron los vestigios y escenarios de la Guerra Civil en Palma. «Yo no soy político, soy historiador y voy a intentar ser lo más objetivo posible», dijo al comenzar el paseo, que se inició en la sede de la entidad, Can Weyler. Allí los asistentes ya pudieron contemplar un refugio en el patio del edificio.
Desde el Palau de la Almudaina -donde el general Godó declaró el estado de guerra en todo el Archipiélago un 19 de julio de 1936- hasta el seminario viejo -ligado a la imagen del «siniestro» conde Rossi, que llegó a la Isla al frente de un grupo de aviadores italianos, enviados por Mussolini-, Valero programó 13 paradas con historia, al mismo tiempo que, sobre la marcha, el grupo encontraba otros puntos dignos de mención porque, como apuntó el historiador, «ésta es una historia abierta» y aún pueden unirse más lugares a la memoria colectiva de quienes sufrieron el conflicto.
Quienes participaron en esta cita, que subvenciona la Conselleria de Cultura, tuvieron ante sí una cuantas horas para caminar pegados a un pasado no tan lejano, aunque ya pertenezca a otro siglo. «No quiero hacer un Via Crucis», comentó el historiador, de cuya manera de narrar el público quedó encantado -es todo un experto en recorridos por Palma- y que también le agradeció el dossier preparado para cada participante con reseñas sobre todas y cada una de las fases en que dividió los retazos de historia.
En Cort se refirió al tiroteo que tuvo lugar en la zona, el 19 de julio de 1936, entre militares y falangistas con resultado de dos muertos: Joan Barbarà, falangista; Josep Puig, capitán de artillería. Por la Rambla se recordó al escritor Bernanos, primero derechista y luego narrador de la represión franquista en «Les grands cimetières sous la lune». Can Salas fue prisión de mujeres, donde estuvo Aurora Picornell. La Plaza de España, la calle Sant Miquel, Reina Maria Cristina y Porta Sant Antoni también fueron escenarios.