El monasterio de la Real acogió ayer a más de trescientos miembros de todas las congregaciones de vida activa de la Isla. La eucaristía fue oficiada por el obispo de Mallorca, Teodoro Úbeda.
El acto contó con la asistencia de las hermanas de la caridad, misioneras del Sagrado Corazón, trinitarias, monjas de todos los conventos de clausura de Palma, como las capuchinas, clarisas, dominicas y magdalenas. Así como sacerdotes franciscanos, dominicos y jesuitas, entre otros. La eucaristía estuvo oficiada por el obispo de Mallorca, Teodoro Úbeda, quien se dirigió con especial cariño a los religiosos que «sufren limitaciones y ya no pueden hacer una vida tan activa». Teodoro Úbeda destacó el error de una cultura que «no se enfrenta con el sufrimiento y que ante la dificultad se derrumba».
Ayer, también se celebró, en la basílica de Sant Francesc, la Jornada por la Vida, instituida en 1996 por el papa Juan Pablo II, con el fin de sensibilizar la dignidad y el valor de la vida. La eucaristía en esta ocasión estuvo presidida por el vicario general de Mallorca, Andreu Genovart, quien destacó la «defensa de la vida desde su principio hasta su fin natural». Por otra parte, Andreu Genovart se refirió a la postura belicista como «una postura contraria al principio de la vida».