La escritora y profesora de la UIB Maria de la Pau Janer (Palma, 1966), reciente finalista del Premio Planeta, explicó en su pregón de la Festa de l'Estendard cómo veía la Isla y cómo la han visto también otras figuras históricas que la han visitado, como el archiduque Luis Salvador de Austria o la escritora George Sand. Janer centró su exposición en mostrar el sentimiento de ambivalencia que puede experimentar tanto la persona nacida en la Isla como el visitante.
«Mallorca es una isla bella e inhóspita a la vez», dijo, para añadir: «Para entenderlo, tenemos que abrir los ojos, oler el aire, hablar con la gente, saborear los días». Además, rechazó la imagen simplista o idílica que a veces se ha tenido de la Isla y recordó que décadas atrás había mucha miseria, «la gente labraba una tierra que era pobre, arisca, con el esfuerzo que vertían en ella los campesinos».
«He llegado a pensar que Mallorca se comprende mejor desde la distancia», añadió, para proseguir: «Por eso me gusta irme de la isla y volver a ella. El retorno nos hace llegar nuevos, dispuestos a recuperar los lugares y las formas que la añoranza dibuja». Janer indicó que hablar del paisaje isleño es, en cierto modo, hablar de la vida que palpita. «La vida que nos ha tocado vivir vinculada a una tierra rodeada de mar, las vidas de los mallorquines», dijo.
«Dicen que los mallorquines somos gente recelosa, desconfiada», afirmó, circunstancia que atribuyó a una historia marcada por los continuos ataques de otros pueblos. «Nos hemos tenido que acostumbrar a las idas y venidas de los otros. Nos hemos acostumbrado a ver al que viene con desconfianza», afirmó.
Tras hablar del catalán como un idioma que nos une y que sirve para expresar nuestros sentimientos, recordó la figura de Jaume I. «La historia se entremezcla a menudo con la leyenda. La leyenda humaniza a los héroes que la protagonizan y a los paisajes que le sirven de escenario», señaló.