Entre el apoyo solidario al pueblo gallego por la catástrofe del «Prestige» y la crítica mordaz a la gestión turística del Govern, transcurrió ayer noche la cena de Nadal de la Federación Hotelera de Mallorca.
Encuentro a manteles que contó con la presencia de unas 700 personas y que sirvió también para celebrar los 25 años de la fundación de esta patronal. Ausencia de políticos, pero con representación amplia de patronales (CAEB), instituciones (Fomento del Turismo y Cámara de Comercio), touroperadores, grupos turísticos y resto de sectores empresariales. Los grandes del sector tampoco faltaron, entre ellos Simón Pedro Barceló, Pablo Piñero, Miquel Fluxá, Gabriel y Sebastián Escarrer.
Aire reivindicativo desde el primer momento, aunque se quiso aprovechar el evento para mostrar el apoyo y solidaridad de los hoteleros al pueblo gallego, de ahí las diapositivas que se proyectaron sobre los efectos del chapapote en el litoral gallego y los sobres donativo que se colocaron en las mesas para recaudar la mayor cantidad de dinero para un fondo de ayuda.
El presidente de la Federación, Pere Cañellas, fue el encargado de calentar el ambiente, tras alegrar las caras con la actuación de Agustín «El Casta» y relajarse con la «Coral de Alcúdia». No se andó por las ramas, de ahí que entrara a saco desde la primera línea de su discurso.
«Haciendo abstracción del engaño permanente a que nos somete el Govern, es evidente que se trata de uno de los peores ejercicios económicos de los últimos 20 años y las consecuencias están a la vista: se ha perdido la buena imagen que teníamos hace sólo 3 años, la buena clientela y la batalla de la desestacionalización. Hemos perdido también mucha capacidad competitiva, se ha reducido el gasto turístico y hemos entrado en una situación de mercado muy delicada, porque los mecanismos correctores dependen, en gran parte, de una política turística adecuada, que se adapte a la realidad de un mercado estructurado, serio y maduro como el nuestro. Una política turística que no sólo no tenemos, sino que la que está al uso barre constantemente contra el turismo».