El Ejército es el primer interesado en que los ciudadanos que quieran saber cómo puede ingresar en las Fuerzas Armadas estén debidamente informados. De ahí que sale a la calle, planta el tenderete en la calzada y espera a que se acerquen. Sucedió ayer, en Sant Miquel y, sinceramente, llamó la atención, entre otras cosas, porque jamás había sucedido una cosa semejante, al menos que recordemos.
No contamos cuántos llegaron a desfilar por allí durante la media hora que estuvimos, pero en un momento determinado habría dos sentados delante de la mesa y otros dos, de pie, recabando información, más un quinto, apartado de éstos, leyendo el cartel que había en un lateral del tenderete. A todo esto, pasa uno por allí y en voz alta dice: «¡Al Ejército, goma dos!». Nadie se inmuta. Cada cual sigue en lo que estaba. Los ciudadanos preguntando y los militares, entre ellos una mujer, metidos en traje de campaña, explicándoles y sacándoles de dudas.
¿Que qué suelen preguntar? Pues, en primer lugar, preguntan cúanto van a ganar, cúanto tiempo pueden estar, dónde los van a destinar y qué se puede hacer una vez en el Ejército. Y todas las preguntas tienen respuesta. De pronto se suma al grupo una chica que también hace preguntas. Al rato, entre la duda y el poco convencimiento, se va.
Tras las consultas, observamos que dos firman un papel. ¿Acaso se han convencido de que su futuro está en las Fuerzas Armadas y aceptan ser soldados profesionales en ese mismo instante? No. «Por norma general -nos explica el militar- finalizada la consulta pueden suceder dos cosas: que no le interese ser soldado de inmediato, por lo que si quiere rellena la llamada ficha de seguimiento a través de la cual el Ministerio de Defensa le informa periódicamente, o bien que esté convencido y pida una cita previa».
Pedro Prieto