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Editorial

El desconcertante Mohamed VI

Las elecciones legislativas celebradas en Marruecos a finales del pasado mes han venido a corroborar el gran error que cometieron la mayoría de cancillerías europeas, empezando por la española, al suponer que la llegada al trono de Mohamed VI significaría el primer paso de la transición democrática en el país. El hecho de que el rey haya ignorado los resultados electorales y en lugar de nombrar primer ministro al líder de la lista más votada, como suele ser preceptivo en estos casos, haya optado por situar al frente del Ejecutivo a un hombre de su confianza, el hasta entonces ministro del Interior, Driss Jetu, un tecnócrata que no pertenece a ningún partido, pone sobradamente de relieve la escasa importancia que el monarca concede al juego democrático. En cuanto a las razones que le han llevado a actuar de forma tan arbitraria, algunos apuntan que el temor que siente el rey marroquí al ya constatado ascenso de los islamistas al amparo de la situación socioeconómica que vive el país, le habría aconsejado otorgar el poder a un tecnócrata teóricamente capaz de activar la economía y encauzar una amplia mejora social.

En relación a este supuesto cabe ver hasta qué punto Marruecos está preparado para una, llamémosle, reforma tecnocrática. En cualquier caso, Mohamed VI ha jugado fuerte ya que al ser el nuevo Gobierno consecuencia de una opción personal suya y no derivado de las urnas, la responsabilidad es suya y los reveses políticos que pueda sufrir, tan sólo a él se le achacarán. Dicho de otra manera, el trono marroquí es hoy más vulnerable. Y esa es una circunstancia muy a tener en cuenta por parte de los países que en este momento mantienen importantes contenciosos con Marruecos, en primera fila de los cuales estaría España. La diplomacia española debe ahora jugar bien sus cartas "exactamente al revés de lo que lo ha venido haciendo" ante la eventualidad de que desde Rabat se vean obligados a dejar de lado unas posturas de fuerza hasta hoy mantenidas en muchos aspectos. Algo de lo que España podría sacar buen provecho.

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