Balears es la comunidad autónoma con la peor calidad en el suministro eléctrico, según un reciente informe de la Comisión Nacional de Energía. El dato no puede ser más contundente y revelador de un problema que lleva años enquistado en Balears y que por desavenencias políticas sigue sin solucionarse. Para corroborar la deficiencia del servicio, ayer mismo se produjo una avería en el centro de Palma que dejó sin luz a miles de ciudadanos.
Horas antes, el conseller d'Innovació i Energia, Príam Villalonga, había anunciado que el Ejecutivo autonómico da un plazo de dos meses al Gobierno central para que incluya a Balears en el programa de inversiones del Plan Energético Nacional para los próximos diez años.
A Balears se le está agotando el tiempo para solventar la
cuestión energética, una solución tantos años aplazada por
anteriores gobiernos.
La sociedad ignora si la mejor solución pasa por el gasoducto, tal
como propugna el Govern, o por el cable eléctrico, como sugiere el
Ministerio de Economía, sin que se decida claramente por esta
opción, descartada por el Govern. Pero lo cierto es que frente a la
urgencia que se reclama desde las Islas, la Administración central
parece tomárselo con más calma y sugiere que se realicen nuevos
estudios. La parsimonia con que actúa la Administración central
hace sospechar que simplemente se pretende ganar tiempo hasta las
próximas elecciones autonómicas, cuando un hipotético cambio de
gobierno en Balears permitiría una solución pactada que ahora
parece imposible por discrepancias políticas.
Y al ciudadano le corresponde sufrir las consecuencias de la falta de entendimiento, consciente de los apagones que pueden producirse en las Islas antes de que el gasoducto o el cable eléctrico lleguen a Balears.