Ayer fue el Día de las Vírgenes, fiesta que hasta no hace mucho se solía celebrar, ya desde la víspera, yendo de ronda, de balcón en balcón, o de ventana en ventana, cantándole, unos mejor que otros, a la amiga o a la amada una linda canción de amor (aunque tampoco faltaba la de Clavelitos, clavelitos...). O entregándole un clavel. Y si no esa noche, al día siguiente, durante el recreo, o cuando coincidieran, pues no todos iban a colegios mixtos, y si era antes, menos todavía, pues los chicos iban a un colegio y las chicas a otro.
Hoy se sigue celebrando la festividad, con serenatas y entrega de claveles incluidos, aunque tal vez en menor número que antaño, seguramente porque puede que haya menos vírgenes que antes, o cuando menos no tantas vírgenes adolescentes como antes. Y es que los tiempos, incluso en eso, evolucionan que es una barbaridad. Sin embargo, Jesús Bermúdez, alumno del segundo ciclo de grado superior de Educación Infantil del Instituto Antoni Maura, celebró ayer el Día de las Vírgenes presentándose en su clase con 19 claveles que entregó a otras tantas chicas, que son con las que a diario comparte el aula y las enseñanzas que se dan en ella.
Porque, ¿saben?, Jesús es el único varón de la clase. Y está muy feliz por ello. ¡Vaya que si lo está! Y ellas, encantadas con él. Y como el tipo es todo un caballero, se acuerda de la efemérides y les lleva a cada una, sin preguntar si es o no virgen, un clavel. ¡Bien por Jesús! ¡Ah!, bueno, y ellas, en correspondencia a su gesto, ponen sobre la mesa, que decoran con flores de papel, el vino y los buñuelos.