El baile oriental es más que un ejercicio y una danza, es una filosofía. El baile oriental, entre los que se encuentra el del vientre, es, desde el punto de vista estético interno y externo, sensibilidad, plasticidad y elegancia. Palma fue ayer escenario de una tradición con la representación de lo que se denomina el baile de las flores.
Según la brasileña Helwa, una de la introductoras de este baile en la Isla, y en la actualidad profesora en seis centros, el baile oriental es sólo para mujeres, «puesto que su principio básico está ligado a la maternidad; de ahí que se inicie con el baile del vientre, que es donde se origina la vida, y siga por caderas, torso y manos».
Por segundo año consecutivo, tuvo lugar en la Sala Magna del Pueblo Español el denominado bautizo de flores, un ritual del baile oriental a través del cual las iniciadas, si así lo desean, reciben el nombre de bailarina que será como a partir de entonces se las nombrará.
«Para adentrarse en el baile oriental únicamente se requiere tener el deseo. Tampoco es necesario llevar un tiempo de formación más o menos deternimado para recibir el bautizo de flores, sino sentirse completamente integrada en el grupo y entregada a la danza. Los nombres pueden ser de origen árabe, turco, persa o griego. Igualmente, para esta ceremonia eligen los trajes que deseen llevar así como los colores de los mismos», dijo Helwa. Recibieron el bautizo de flores 40 bailarines; la más joven de siete años y las mayores, en la cuarentena.
De menor a mayor van apareciendo las bailarinas bajo una lluvia de pétalos, moviendo sus cuerpos al son de Kilon Anek Saaluni lo que no hace más que realzar su belleza, a la vez que van recibiendo sus nombres. La fiesta, siempre con la danza como protagonista, se prolongará durante más de un hora, culminando con la canción Aaddak, que pone punto final a tan bello ritual.