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Jano cayó con las botas puestas

Emoción hasta el final en el café Hípica de Manacor

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No pudo ser. Jordi, Jano se quedó en la puerta de la Academia. O como diría un balsero: tras hacer larga y dura travesía me pillaron en la playa. Y eso que hasta el final del programa, las veinte personas que nos encontrábamos en el bar Hípica de Manacor, entre ellas su madre, Ana María, y su abuela, Amparo, y sus primos Rubén y Adán, gemelos para más señas, manteníamos la esperanza de que fuera él el elegido.

Porque ignoro la reacción de la gente de Manacor, pero allí, en lo que duró el telediario y pasaron los anuncios, nadie dejó de llamar ni un minuto al número que le habían asignado, votándole. Y si a la madre se le saltaron las lágrimas cuando se dio a conocer que quien entraba era el ibicenco, la abuela, firme, muy tranquila, manifestó que «da lo mismo, lo importante es que haya llegado ahí. Además, él aquí tiene su grupo y no le falta el trabajo». Luego, la madre algo más tranquila, pero todavía con lágrimas corriendo por sus mejillas, señaló que «a pesar de todo, Jordi seguirá siendo Jordi, y eso para él ha sido una gran experiencia».

O sea, que a pesar de la decepción, la deportividad estuvo a gran altura a pesar de que Ana María no comprendiera "ni muchos de nosotros tampoco" cómo en el grupo tercero salvaron a los cinco participantes, «pues eso significaba que del otro, por muy bien que lo hicieran los cinco, dos se quedaban en la calle». Durante la transmisión, la abuela Amparo nos ratificó lo que en la víspera nos había contado su hija, que había criado a Jordi, «pues ella, al separarse, sin tener ningún ingreso, tuvo que salir a trabajar. Fue un niño muy bueno, estudiaba mucho y sacó buenas notas, pero él, desde siempre, quiso ser músico».

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