Semanas atrás comentamos que se habían detectado puntos de venta de droga en la Plaça des Pes de sa Palla y en el Passeig de l'Artesania, en sa Gerreria. Por ese motivo, Climent Garau, presidente de la AAVV de sa Calatrava, barriada que a fuer de mucho insistir y de estar encima, como vulgarmente se dice, ha conseguido rehabilitarse casi en su totalidad. Se reunió con la delegada del Gobierno, Catalina Cirer, a quien expuso el problema que por otra parte ésta ya conocía.
Según nos comentaba Garau ayer por la mañana en lo que hacíamos un recorrido por dichas zonas, «las primeras medidas adoptadas por parte de la Delegación han sido incrementar la vigilancia policial, tanto nacional como local». El presidente de sa Calatrava denuncia que «la droga se vende en plena plaza, desde coches que a veces aparcan en doble y triple fila, por eso es muy importante la intervención de la Policía Local, controlando a esos coches y obligándoles a moverse», añadiendo que «luego la droga adquirida en este lugar se suele consumir en la zona infantil del Parc de la Mar o en sa Murada.
Por ello hemos pedido al Ajuntament que por las noches los pilones retráctiles de Santa Fe, que es por donde suelen pasar para ir hacia esos sitios, estén elevados, al igual que los que hay en la calle Velázquez, con lo cual se les impedirá el paso». ¿Que quiénes son los camellos? Según Garau, los mismos que había en el barrio chino, «que al ser derribado para reconstruirlo, no les ha quedado más remedio que buscarse otros lugares, viniéndose a esta zona y Gerreria».
Caminando llegamos hasta las calles de artesanos de sa Gerrería, calles nuevas, con negocios recién inaugurados, que se pretenden lanzar publicitariamente a fin de que la gente sepa que están allí, «pero antes deberán erradicar a los drogadictos que por las tardes vienen por aquí a pincharse». Y al decir «por aquí», las artesanas se refieren a la calle Bosch, con negocios de artesanía a ambos lados, pero también con resecas gotas de sangre en las paredes, «porque tras pincharse "comentan" aprietan el émbolo de la jeringuilla y la sangre que queda en su interior se esparce por paredes, escaparates y suelos».