El período extraordinario abierto por el Govern para conseguir plaza escolar se ha cerrado con un dato muy preocupante: se ha producido una avalancha de peticiones de escolarización por parte de alumnos inmigrantes, alcanzando la cifra de 631, prácticamente la misma que la obtenida a lo largo del pasado curso escolar.
Las causas hay que buscarlas en varios puntos, entre ellos el aumento de la natalidad registrado en los últimos años y el desconocimiento de las familias inmigrantes acerca de fechas y centros para regularizar la escolarización de sus hijos.
Así las cosas, al Govern no le queda otra opción que hacer un esfuerzo para organizar adecuadamente el inicio del curso escolar y atender todas las solicitudes presentadas, sean o no dentro de plazo, garantizando una buena educación tanto para los residentes como para los inmigrantes. No será fácil. Y si ya hubo problemas cuando se adjudicaron las plazas, quedando descontentas muchas familias por la asignación de centros, todo hace prever que habrá más problemas.
Y no será el educativo el único problema al que habrá que enfrentarse. La llegada de más inmigrantes y el mayor índice de natalidad también tendrán incidencia en otras cuestiones como la sanidad, la vivienda y el empleo.
Pero ahora el problema más acuciante es el de la educación. La cifras de fracaso escolar en Balears no son nuevas, pero siguen siendo de una extraordinaria gravedad. Nuestras islas tienen el mayor índice de fracaso escolar. Acostumbrados hasta ahora a encabezar otros rankings más satisfactorios, este dato merece ser objeto de una seria reflexión. Y hay que buscar unas causas propias, además de las que son comunes con otras regiones. Se apuntan varias: el prematuro abandono de los estudios para conseguir un dinero fácil en el sector turístico y el absentismo escolar de los niños inmigrantes. Ésta es una realidad que no puede ocultarse y exige un profundo análisis.