La vela clásica dominó ayer las aguas de la bahía de Palma, al zarpar la flota de sesenta embarcaciones que participan en el XVIII Trofeo Almirante Conde de Barcelona. Un elenco de joyas de la náutica, cuyos diseños, materiales y técnicas utilizadas en su construcción, recrean el espíritu romántico de antaño. Cuando navegar constituía todo un arte.
Una regata que este año acoge a nuevos participantes de excepción, como el Cambria, un auténtico clase J de 23 metros, botado en 1928, obra maestra del célebre diseñador británico William Fife. Su afinada linea de particular elegancia queda realzada por un monumental mástil de unos treinta metros de altura con una espectacular botavara que se sitúa entre las mayores del mundo. Su casco combina el acero con las planchas de caoba, y su cubierta es de teca. Las maderas nobles se hallan presentes asimismo en su interior.
Este barco de elite en las regatas de época, ha participado también en la Copa América y en la actualidad pertenece al armador John David, que le ha inscrito en el selecto Mónaco Yacht Club, al mando del capitán Peter Mandin. Entre la categoría de réplicas destacan en la regata los dos veleros de la clase W (Wild Horses y White Wings), que vencieron en tiempo real en la primera prueba (junto con el alemán Karimata). Son dos barcos gemelos que reproducen el diseño original de Camper&Nicholsons de los años 20-30.
Otra novedad la constituye la presencia del Mercury, cuyo nivel de restauración en sus elementos originales, le permite optar al premio que se concede a tal efecto. También la Marina Militare de Italia aporta una unidad ya tradicional por su presencia en anteriores competiciones, como es el Capricia, cuyo afinado casco en madera vista y velas de color siena le distinguen de otros grandes clásicos, que optan mayoritariamente por la más usual combinación de blanco y crema. Este barco, tripulado por futuros oficiales, posee un palmarés de premios internacionales y es uno de los favoritos.
La antigua marina balear queda representada por el Rafael Verdera, pailebote ibicenco construido en 1841 que ostenta el título de ser el más antiguo inscrito en el registro de la Marina Mercante española. Dedicado en sus orígenes al transporte de mercancías entre las Islas y la Península y más tarde a las excursiones turísticas en las Pitiüses, recientemente ha sido totalmente restaurado adoptando un nuevo aparejo de pailebote o goleta pequeña, con velas cangrejas. Entre los participantes de mayor porte se encuentra también la goleta francesa Le Don du Vent, que ofrece también la oportunidad de participar al público en la regata, al disponer de un cupo de plazas disponibles.