Los encuentros folklóricos no sólo contribuyen a la conservación y difusión de la música y el baile tradicionales, sino que son el marco perfecto para la convivencia e intercambio entre culturas muy distintas. Y ello se ha patentado una vez más en el Encuentro Folklórico Internacional de Kolobrzeg, Polonia, donde participa la Escola de Música i Danses Bartomeu Ensenyat Estrany de Mallorca.
Allí, durante cinco días han convivido casi veinticuatro horas al día con gentes de Turquía, Rumania, Rusia, México y, por supuesto, con sus anfitriones, los polacos. Los mallorquines han sido, sin duda, los más aplaudidos.
Entre actuación y actuación es frecuente la reunión de los componentes de las diferentes agrupaciones en torno de una mesa con productos típicos de cada país y con los músicos realizando improvisadas actuaciones en las que acordeones rusos intentan entonar jotas o viceversa, al tiempo que los bailarines se enseñan algunos pasos y coreografías de sus países. Ello genera, además de situaciones muy divertidas, un ambiente de hermandad y amistad que la mayoría de los participantes tardarán largo tiempo en olvidar.