La temporada turística de este año ha sido la más floja de los últimos tiempos. Eso lo sabemos todos, aunque probablemente cuando termine y se hagan públicas las estadísticas "no las simples estimaciones subjetivas" comprobaremos que la temida recesión económica, siendo mala y preocupante, no ha sido catastrófica. Pero está claro que se han producido algunos problemas "la crisis del 11-S, la situación económica de Alemania, una ecotasa mal explicada y aplicada en un momento delicado" que habría que analizar de cara a la próxima temporada. En unas circunstancias como éstas los políticos deberían reflexionar primero y proponer después una serie de medidas que lograran corregir lo que se haya podido hacer mal. Una adecuada promoción exterior, unas buenas relaciones entre Govern y sector privado, ambiente de tranquilidad, buenas ofertas, precios razonables, inversiones... todo contribuye a atraer turistas.
Pero nada de eso se está produciendo. Al contrario, incluso en vacaciones los políticos aprovechan cualquier ocasión para lanzar acusaciones y hasta insultos. El líder del PP balear, Jaume Matas, culpa de la crisis turística al Pacte de Progrés. Al PP le interesa sacar rentabilidad electoral de la actual desaceleración. Si hay crisis hay un culpable: Antich y su Govern. La respuesta del presidente no se ha hecho esperar y ha acusado al ministro de hacer «terrorismo económico».
Este intercambio de ataques no ayuda a pacificar la situación y a afrontar los baches con serenidad. A estas alturas de la temporada, lo que interesa es salvar todo lo que se pueda y pensar en el año próximo, sin dar una imagen de debilidad frente a los touroperadores. Mientras se utilice el turismo como argumento para la batalla política Balears sale perdiendo.