Benita Ferrero Waldner, ministra de Asuntos Exteriores de Austria, y su marido, el valenciano Francisco Ferrero Campos, director del Instituto Cervantes en Viena, pasan sus vacaciones en Esporles, invitados por el empresario Josef Egger en su finca de Son Noguera. La ministra, miembro del partido OVP (conservador) da todo su apoyo a la potenciación del Comité de Regiones dentro de la Unión Europea; comprende perfectamente las aspiraciones de comunidades como la balear, defiende la postura española sobre el conflicto del Estrecho y quita importancia al partido de George Heider, del cual recuerda que «también pactó con los socialistas».
"¿Qué recuerdo tienen en Austria del Archiduque?
"Muy bueno. Cada vez se le valora más. Fue un de los primeros ecologistas, que enseñaron a los demás a apreciar el medio ambiente. Hay que tener mucho en cuenta su aportación como científico y cómo intelectual.
"¿Cuál es su postura sobre el conflicto del Estrecho y de la ocupación de la isla Perejil por Marruecos?
"Estoy de acuerdo con el posicionamiento español. No puede hacer fuera del derecho internacional. Con respecto a Gibraltar, también apostamos por la soberanía compartida entre España y el Reino Unido. Y en lo que concierne al problema en su conjunto, no hay otra salida que una solución negociada.
"El problema de Gibraltar viene del Tratado de Utrecht, que cerró una guerra donde Cataluña, Valencia y Balears eran aliadas de Austria e Inglaterra contra Castilla y Francia. ¿Cómo ve aquel proceso histórico?
"Tenemos que saber aceptar la historia, sin embargo también mirar hacia el futuro partiendo de las circunstancias actuales y buscando acuerdos pacíficos que den satisfacción en todas las partes implicadas.
"¿Y la problemática de comunidades como la catalana o la balear, con una personalidad propia, cómo lo analiza?
"En Autria también tenemos nueve «landers» diferenciados. Doy total apoyo a que cada comunidad mantenga su propia personalidad. Así se lo hice saber al presidente Jordi Pujol, al que recientemente hemos galardonado con un importante premio en Austria. Debemos potenciar el Comité de Regiones dentro de la Unión Europea. Ésta es la mejor manera para que las comunidades obtengan un peso mayor, en todos los aspectos, cultural, lingüístico...
"No obstante, en Austria, que tiene importantes minorías de otras nacionalidades, es obligatorio aprender al alemán...
"Y es lógico que sea así porque es la lengua que utiliza el 95 por ciento de la población. Tenemos un 11 por ciento de población inmigrante, y si sumamos los que ya tienen la nacionalidad austríaca, llega al quince. Pero nadie podrá decir que no seamos respetuosos con las minorías. Ni ahora, ni hace un siglo. La historia nos enseña que el imperio austrohúngaro también hizo un gran esfuerzo por mantener la lengua y cultura de las nacionalidades que lo conformaban. Pensamos también que de cara a la ampliación europea en el Este, nosotros somos un flanco. Somos partidarios de esta ampliación cuando estos países hayan hecho sus deberes y cumplan las condiciones económicas y políticas para la integración.
"¿Cómo ve la fuerte presencia de la extrema derecha en Austria con el partido de Jörg Haider? ¿Y, sobre todo, que su partido se mostrara dispuesto a formar gobierno con ellos?
"Pienso que en Europa se ha exagerado mucho esta cuestión. Hace dos años hubo una gran polémica, pero ahora se ha apaciguado. Y quiero recordar que el partido de Haider, que se hace llamar liberal, pactó con las socislistas años atrás.
"Pero Haider no es muy partidario de la ampliación de la UE. Incluso cuestiona la presencia de Austria ante los problemas que pueden llegarle del Este.
"Primero debo decir que Jörg Haider no forma parte del gobierno de Austria. Es el gobernador de Carintia. Segundo, que la ministra de Asuntos Exteriores soy yo y ya he dicho cuál es mi postura. Donde sí es posible convocar un reférendum es en la cuestión de la OTAN, de la cual no formamos parte. Hemos sido neutrales y es posible que lo continuemos siendo. Austria estuvo bajo el dominio de cuatro potencias entre 1945 y 1955 y después llevamos una política de no alineación durante la Guerra Fría.