La batalla de moros y cristianos de Sant Elm se vivió este año con cierta desilusión, como comentaron algunos de los asistentes. Esta octava edición no lució tanto como las anteriores. Los invasores llegaron por tierra y no a bordo de engalanadas barcas, como era habitual.
El público, a quien le gusta conmemorar los hechos de la historia con sentido lúdico, "los pueblos de Mallorca son un buen ejemplo", respondió a la convocatoria y en la playa llegaron a reunirse más de 1.000 personas que esperan, para la próxima invasión, que el espectáculo vuelva a ganar en vistosidad. Las fiestas de la localidad costera, que celebra a su patrón, también contaron con fuegos artificiales, que sí gustaron a los vecinos. En los actos estuvieron presentes el alcalde Sebastián Hidalgo y la corporación.