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Antonio Benítez: «No soy ni mariposón, ni ladrón»

Junto a la piscina, el novio de Sara Montiel sale al paso de ciertas acusaciones

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Antonio Benítez y su novia, Sara Montiel, pasean su amor por Mallorca. Ayer, el primer día de estancia en la Isla, lo pasaron en el Foro Mallorca, en cuya piscina se bañaron. Les acompañaban María y Maruja García, dos buenas amigas de Sara. Antes del almuerzo, nos sentamos en la hamaca con Antonio y hablamos. Nos contó como desde siempre había sido un fan de Sara, como la había seguido, como se alegró de sus éxitos, como aprendió sus canciones, como contactó con ella "tras cuatro años de cartearse, a través de la que por entonces era mujer de José Luis López Vázquez le mandó una videocarta", lo que tuvo que ahorrar para viajar a España y conocerla personalmente, y como su amor platónico se transformó en amor apasionado a medida que la iba conociendo, en el día a día.

Antonio, a simple vista, es un buen tipo, y a medida que los vas tratando te das cuenta que es una persona excelente. Muy educado, muy discreto y en todo momento muy pendiente de ella. Cuenta que la relación que mantiene con los hijos de Sara es correcta, aunque un tanto superficial. «Yo le estoy dando tiempo al tiempo con la esperanza de que me consideren como soy, no un aprovechado, como han opinado algunos, sino como la persona que más quiere a su madre».

"Mas de una vez he oido decir !¿Qué buscará este tipo tan joven en una mujer como Sara...?!
"Sí. Y yo también lo he oído, pero ya sabes como son los periodistas, que los hay buenos y los hay malos. Y algunos han dicho muchas cosas malas de mí.

"Por ejemplo -le digo-. He oído decir que eres gay. Se han escuchado voces de '¿Cómo es posible que vaya con Sara si es gay, si le gustan los hombres?*
"¡Eso es mentira! ¿Que si lo he oído...? Sí, claro. Y eso me tiene muy disgustado.

Nos explica que esos comentarios pueden haber surgido a raíz de que alguien que no concibe la amistad sincera, la amistad de hermano, le emparejara con Armando, «un artista muy buen amigo mío y también de Sara, a quien conozco desde hace años, un hombre director de teatro, muy respetado por todos y por mi».

"Por tanto, tu niegas que seas gay como te han calificado algunos.
"Claro que lo niego porque no lo soy -y tras una brevísima pausa, añade-. ¿Cómo es posible que periodistas que tienen su tejado de vidrio, cuyos nombres no voy a mencionar, pero que son lesbianas, que son gays, que son no sé qué, están diciendo horrores de mi... me llaman mariposón... ¿Con qué moral van a hablar de mi siendo como son? También me han llamado chulo e incluso ladrón. ¿Y por qué chulo? ¿Por que soy más joven que ella? Mira, la edad nada tiene que ver para querer a nadie, y menos en mi caso, que llegué a ella sin intención de conquistarla y más siendo lo que era, una estrella, rodeada siempre de gente de mucho más nivel que yo. ¿Cómo podía pensar que ella se fijaría en mí, un pobre diablo de San Antonio de los Baños, provincia de La Habana?

Cuanta que cuando Sara le vio en la viodeocarta «se empezó a interesar por mi a pasar de que yo sabía que no le gustaban los hombres más jóvenes que ella. Por eso me dio mucha ilusión viajar a España a conocerla, cosa que no fue fácil pues tuve que reunir dinero para el viaje en lo que me ayudó una tía mía. Tras conocernos, nos cautivamos mutuamente y terminamos enamorándonos». Ambos eran conscientes de que la edad podía ser un handicap, «pero -añade-, ¿por qué teníamos que limitarnos por los demás? Si ellos viven como les da la gana, ¿por qué no nosotros?».

Cuenta también que algunos le señalaron como autor del robo que «sufrimos Sara y yo en su casa, la última noche que estaba en España, pues al día siguiente, sin falta, debía de regresar a Cuba. Porque los cubanos que viajamos -matiza- lo hacemos con billete de ida y de vuelta y no podemos demorar esta. Así que yo debía de regresar al día siguiente con gran dolor de mi alma porque la dejaba sola. Entonces, alguien dijo que el robo lo había hecho yo, compinchado con la hermana de ella, de 89 años, y que me llevaba a La Habana las joyas y el dinero. Y claro, sabe mal, porque a raíz de eso pueden decir cualquier cosa».

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