Miles de personas se dieron cita ayer tarde en Valldemossa para presenciar la cabalgata de la carroza de la Beata, que presidió la niña Nadine Bestard Cuche acompañada de su corte de angelets. Entrada la noche, poco antes de dar el sus, en la plaza de Na Búger esperaba la espectacular carroza, una galera victòria, adornada por Joan Mateu Ripoll. Una vez instalados todos los pequeños y la beateta abrió el cortejo montado en una somereta el padrí abanderado, Jaume Mas Estaràs Batlet, quien destacó que «este año me despido como padrí pues tras serlo durante 35 años voy a ceder el cargo a mi hijo mayor».
Los sones de los xeremiers de Sa Garriga y la luz de las bengalas precedieron a un gran número de carretons profusamente engalanados con muchas paumes portadores de niños de corta edad vestidos de payeses acompañados por sus familiares. La carroza tirada por seis mulas, conducida por Toni Mas y Jaume Salvà, realizó dos paradas. La primera, en la calle Filonas donde el alcalde Joan Muntaner entregó una placa al abuelo de mayor edad, Guillem Cabot Benis y la segunda en la calle Rei Sancho para entregarle otra a la abuela de mayor edad, Catalina Bordoy.
La carroza siguió un itinerario por las calles céntricas de la villa, despertando emoción y admiración, sobre todo entre los niños ya que desde la carroza la beateta Nadine Bestard y su corte celestial iban lanzando caramelos. Llegada a la céntrica plaza Ramón Llull donde esperaba un gran gentío cobró especial esplendor. Allí paró brevemente frente al catafalco donde esperaban las autoridades. Como invitadas asistieron la diputada Rosa Estaràs; la delegada del Gobierno, Catalina Cirer a quienes acompañó el alcalde, Joan Muntaner y miembros del consistorio.
Cerrando la típica cabalgata estuvo la veterana banda de música de Montuïri, que durante todo el rato interpretó la popular tonada de Sor Tomasseta on sou, coreada por multitud de mallorquines y la totalidad de los participantes. La fiesta de Santa Catalina Tomàs de Valldemossa se distinguió por su buena organización y el disfrute de los pequeños, en una marco por demás tradicional conseguido con colaboración de los vecinos que se volcaron en la ornamentación de las calles y al buen hacer de los colaboradores de la cabalgata.