La tradición volvió a perpetuarse ayer en la localidad de Valldemossa con la Procesion de la Reliquia de Santa Catalina Tomàs. Pasear por la villa natal de la santa resultaba una auténtica gozada. Damascos en balcones y ventanas, ramas de palmas verdes en las puertas de entrada, y macetas de flores adornando las calles presagiaban festa grossa.
El toque festivo previo a la procesión religiosa lo puso el pasacalles de la Banda de Música de Montuïri. A las ocho en la iglesia parroquial se celebró una misa que fue seguida por muchos fieles. A continuación, desde la plaza de Santa Catalina Tomàs se inició la procesión con las banderolas, cirial y cruz seguidos de los feligreses y vecinos, entre los que se contaban muchos niños con sus padres vestidos todos con el traje de payeses. Detrás, s'Hereva, Ruth Drastrup; los miembros de la Corporación municipal ataviados con el traje a l'ample y la beateta, Nadine Bestard Cuche con los angelets.