La surrealista afición de Daniel el Travieso se ha hecho realidad: ver girar y girar los perros dentro del tambor de una lavadora. Bueno, más o menos. Y es que la primera máquina lavaperros totalmente automática del mundo fue presentada ayer en la estación de servicio Febrer, situada en el polígono Son Castelló. La marca Washmatic can, encargada de lanzar este novedoso servicio tras seis largos años de preparativos, tiene en la rampa de lanzamiento nuevas instalaciones de lavado de perros en otras zonas de la Isla.
José Alcázar, miembro de esta compañía, resalta y detalla este duro proceso: «Durante estos años nos hemos dedicado a realizar diferentes pruebas para mejorar día a día la máquina y la respuesta de los animales al entorno. Además, hemos cumplido todos los requisitos de sanidad para su correcto funcionamiento». El lavaperros sigue un programa de lavado muy sencillo para el usuario. Tras obtener un ticket en el interior de la estación de servicio previo pago de unos 8 euros, el dueño debe introducirlo en la máquina.
Después de esperar unos minutos para la propia limpieza del lavaperros, el dueño puede introducir al animal en el interior de la máquina. En este preciso instante, un maremágnum de sensaciones se apodera del asustado inquilino. «Comenzamos el proceso con el lavado y aclarado del perro, que vendría a prolongarse durante unos diez minutos», señala José Alcázar. Durante estos primeros momentos de novedad y sorpresa, el perro «se baña» en un jabón de ph neutro enriquecido con nanolina para que su pelo quede suave y no irrite sus ojos. Al finalizar esta primera fase, el can goza de unos momentos de descanso previos al secado. De esta manera, y durante unos quince minutos, el pelo del perro se seca hasta quedar perfecto. «El tiempo de secado del pelo depende de su longitud. De la misma manera que a un hombre de pelo corto le cuesta mucho menos tiempo pasarse el secador que a una mujer con cabello muy largo, a un perro con mucha cantidad de pelo la máquina le dedicará unos minutos más», explica José Alcázar.