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Tallín, bajo los efectos del huracán español

Rosa, Chenoa, Bisbal, Bustamante, Geno y Gisela pasearon por la capital estoniana

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La delegación española organizó ayer una paseo turístico por el centro de Tallín, la capital de Estonia, escenario del Festival de Eurovisión 2002. Rosa, Chenoa, David Bisbal, David Bustamante, Geno y Gisela recorrieron las empedradas y medievales calles de Tallín. Pero no lo hicieron solos. Una nube de periodistas, más de 100, acompañaron a los representantes españoles. La hora y media de paseo no sirvió de mucho, al menos turísticamente, ya que los periodistas prácticamente no dejamos caminar a los artistas. Entre fotos y entrevistas, el paseo quedó en un segundo plano.

Pero pudimos ver cómo Rosa es prácticamente llevada en volandas por los miembros de la organización, que no quieren que haga ni diga algo no previsto y los otros cinco chicos de la academia, que realizan los coros de Europe's living a celebration, se divierten e intentan descargar presión y nervios a la granadina. Estonia es una república con democracia parlamentaria; su capital, Tallín, tiene 400.000 habitantes, el 28% de la población total, y profesa mayoritariamente la religión luterana, aunque también hemos podido ver ortodoxos, baptistas y metodistas. El idioma oficial es el estoniano, aunque se hablan y se comprenden el finés, ruso, inglés y alemán. La moneda estoniana es la corona; 15 coronas corresponden a un euro. Rosa y sus amigos pudieron comprobar la belleza de esta ciudad, conocida como la perla olvidada del Báltico. Su casco antiguo (Old Town) es misterioso e intrigante, su calidad de ciudad milenaria le da esa sensación.

En cada rincón podemos comprobar por qué es Patrimonio de la Humanidad para la UNESCO. Es aromática y legendaria, con calles angostas a la luz de viejos faroles, caminos empedrados y puestas de sol sobre construcciones seculares. Aquí son reservados y tímidos, como pudo comprobar Chenoa, que se paseó con un micro de TVE intentando entrevistar a los lugareños.

Fue un paseo con carácter medieval, donde el mercadillo tranquilo que recorre las calles contempló un huracán español que arrasó a su paso. Una ciudad con encanto y que no languidece al caer la noche. El sol se pone a las 23:45 horas y sale a las tres de la mañana, lo que permite disfrutar de ella todo el día, de la catedral ortodoxa Alexander Nevski, del castillo Toompea, de la iglesia de San Nicolás y del Ayuntamiento.

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