La «marcha azul» contra el Plan Hidrológico estatal diseñado por Jaume Matas tuvo ayer un caluroso recibimiento por parte del Govern balear después de que la comitiva llegara a Palma en un barco donde coincidieron con cinco furgones de Policía y con decenas de antidisturbios. El president del Govern, Francesc Antich, el vicepresident, Pere Sampol, y los consellers de Medi Ambient y de Treball i Formació, Margalida Rosselló y Eberhard Grosske dieron su apoyo a la Plataforma en Defensa del Ebro que, desde ayer, recorre toda Mallorca bajo la denominación de la «marcha azul».
Ferran Barreno, que ayer se erigió como portavoz de esta iniciativa explicó despues de ser recibido por los altos cargos que «el president Antich nos ha apoyado en nuestra oposición al trasvase de agua prevista en el Plan Hidrológico y nos ha mostrado su preocupación por el problema del agua y por la necesidad de que se instaure una nueva cultura». Barreno recordó a Antich que la Plataforma para la defensa del Ebro, junto con la Plataforma para la Democracia y la Globalización Social de Balears han convocado para el sábado a las 19'00 horas una manifestación con el lema «Otro medio ambiente es posible» para contestar a las políticas medioambientales de Matas y el resto de ministros de la UE que se reunirán en Palma desde mañana hasta el domingo.
Momentos antes de la audiencia con el Govern Barrero confirmó, en rueda de prensa, que está previsto que a la manifestación acudan entre 1.500 y 2.000 personas de la zona del Ebro más 650 de Aragón y otras desde el País Valencià. Una vez concluido el encuentro con los representantes del Ejecutivo los 40 integrantes de la «marcha azul» se dirigieron hacia Algaida, donde fueron recibidos por el alcalde, Jaume Jaume, y hacia Vilafranca donde volvieron a coincidir con Pere Sampol y donde les recibió la máxima autoridad municipal, Jaume Sansó. Estos últimos volvieron a mostrar su apoyo a la protesta.
Sampol, en este sentido, destacó que este tipo de movimientos populares son muy importante «por que los mueve el sentido común». El vicepresident confió en que la marcha «sirva para hacer reflexionar al Ministerio de Medio Ambiente sobre los daños irreversibles que puede acarrear el trasvase del Ebro.