Si hasta ahora la ecotasa se percibía como una polémica, un asunto casi abstracto que afectaba a turistas y hoteleros e incluso un arma política de enfrentamiento entre partidos, ahora el proyecto empieza a tomar forma y se va materializando en catorce actuaciones "sólo es el principio" que serán financiadas, en Mallorca, con dinero recaudado con este impuesto. Ayer se presentaron las primeras ideas, algunas excelentes, como la recuperación de las canteras de la Platja de Palma, la compra de Son Real, con importantes restos arqueológicos cerca del mar o la creación de rutas históricas en Ciutat. Por fin se ha caído en la cuenta de que Mallorca "Balears entera" es mucho más que sol y playa y que ese enorme potencial turístico de paisaje y cultura se estaba desaprovechando.
Si la ecotasa sirve, como parece, para incidir en esas mejoras, hay que aplaudirla sin reservas. Y hay que aplaudir también la rapidez "que era, por otra parte, obligada por razones de estrategia política" con que el equipo de Antich ha diseñado su «plan ecotasa» y ha dado explicaciones públicas sobre sus intenciones, alejando así cualquier amago de sospecha en el sentido de que, finalmente, el dinero no iría como se dijo al medio ambiente, al patrimonio, y a las infraestructuras turísticas. En la presentación de los proyectos, Antich habló de «un nuevo modelo turístico y un nuevo modelo de país». Y, francamente, ya era hora. Porque limitar la imagen de Mallorca a lo que ofrecíamos hace treinta o cuarenta años "bikinis, playas y bronceador" es lamentable. Si queremos atraer visitantes con inquietudes culturales, deportivas, históricas, artísticas o paisajísticas debemos diseñar una isla con esas características, invirtiendo lo que haga falta, y venderla después al resto del mundo como un paraíso para todos los gustos.