A primera vista, parecen fantasmas grotescos, con muecas que van del horror a la sorpresa pasando por la tristeza. En realidad, son máscaras de luz que juegan con las sombras buscando formar expresiones. Tadeusz Wierzbicki moldea a su antojo la luz y la convierte en figuras. El resultado de esta experimentación puede verse desde ayer y hasta el próximo sábado en el Centre de Cultura Sa Nostra en la muestra «Màscares de llum», enmarcada dentro del IV Festival Internacional de Teresetes.
Todo empezó con un descubrimiento: «La luz transmite la forma reflejada en el espejo». Desde ese momento, el también poeta se adentró en el mundo de la luz. El siguiente paso consistió en buscar el material adecuado. «Si se usa un espejo elástico, se logra dinamismo». Es entonces cuando nace la «sombra blanca», en palabras del artista polaco, llamada así porque la imagen se refleja sobre la superficie en negativo, convirtiendo lo blanco en negro y viceversa.
El Teatro de la Luz vio la luz tras lograr el paso decisivo: «Fijar las formas». En él se mezclan las diferentes facetas del artista, desde la pintura hasta las marionetas, con lo que logra «poesía visual». «Con los elementos básicos expreso mi interior». En realidad, el autor busca enseñar estados psíquicos, «un reflejo de cómo las personas actuamos sobre la luz», según Wierzbicki. El autor quiere que el espectador traduzca lo que está observando de la manera que quiera, sin marcarle ningún tipo de pautas, dejándole libre para que su imaginación vuele. Lo único que pretende es mantener «una conversación con el mundo».
Las imágenes de las máscaras se obtienen tratando el espejo elástico. El efecto se logra «calentando determinados puntos con la luz», es decir, «modelando el espejo». Aparte de esta técnica, el artista también utiliza otra más mecánica que convierte las manos en las protagonistas, ya que le sirven para dibujar y rascar la superficie del vidrio. Si no logra el objetivo, Wierzbicki emplea sustancias químicas que funden el material.
Texto y fotos:
Laura Moyà