Antonio de Vicente Tutor (Burgos, 1941) se siente con las fuerzas suficientes para defender su plaza de fiscal jefe de Balears, adjudicada por el Consejo de Ministros el 1 de junio de 1989. Para ello, tendrá que presentar unas alegaciones «muy convincentes» ante su superior, el fiscal general del Estado, Jesús Cardenal, con el objetivo de demostrar que no trató de forma soez a sus subordinados ni que tampoco hizo dejación de sus funciones, según los dos expedientes que tiene abiertos tras la denunciada presentada por todo el cuerpo de fiscales de las Islas. «Estoy bien físicamente, y con la mente muy fría para enfrentarme a todas esas mentiras», comentó ayer, en su primer día como fiscal raso, apartado del cargo y de las prebendas inherentes a él, como el coche oficial (sólo mantiene su piso en el mismo TSJB).
Tutor, ayer, se puso al volante de su utilitario, aparcado en el patio del Tribunal Superior de Justicia, como un ciudadano más. Y como tal, también protestó por las restricciones para circular por el centro de Palma. El fiscal jefe que tuvo a todo el Ministerio Público insular junto a él en los dos casos -'Formentera' y 'Bitel'que apuntaban al ministro de Medio Ambiente y ex president del Govern, Jaume Matas, y a todos en contra en la denuncia presentada ante Madrid, se encuentra en la tesitura más delicada de su vida profesional. Dejando al margen, claro está, sus dolorosas experiencias familiares. Hace poco perdió a su mujer y también a su hermana Ana Tutor, que falleció en 1998 como consecuencia de una leucemia que no pudo superar ni con un trasplante de médula. Eso le afectó, tanto, que muchos creen que fue el principio de lo que puede ser un deterioro de sus facultades físicas. Algo que por supuesto él niega con rotundidad.
Va a redactar unas alegaciones «demoledoras» para probar que no es culpable de lo que le acusan. Por algo, llegó a Palma con el cartel de ser «uno de los fiscales más brillantes de España». Las causas en las que ha intervenido han dejado huella. El abogado Rafael Perera, con el que discrepó en el fondo y en la forma en el «caso Formentera», y con quien coincidió en cientos de otros casos, le recuerda como un fiscal «muy profesional», y del que se considera amigo. Tutor se siente querido en Balears, aunque sabe que en muchos sectores le dispensan el trato de foraster, pese a que lleva en la Isla 16 años, 4 menos que en Sevilla. «Soy un apátrida», dice con sorna, «porque nací en Burgos, pero a los 11 meses ya no vivía allí, y he pasado por Sevilla, Santander, Madrid, Galicia. Arriesgué mucho al venir aquí porque en Sevilla estaba muy cómodo y, de hecho, mis tres hijas nacieron ahí. Pero en Mallorca me siento muy bien».
El fiscal que llegó a desafiar a su superior, el fiscal general del Estado, en su empeño por imputar a Matas y a Rosa Estaràs en el «caso Formentera», cree comprender «bastante bien» la lengua catalana, y se enfada si le hablan en ese idioma y se apresuran a traducirle. Considera que se expresa de forma clara y le ha sorprendido mucho que sus subordinados le denunciaran por «trato soez». Cree que emplea expresiones «coloquiales», como en la mayoría de programas de televisión, y no entiende que alguien se puede enfadar si le dice 'vete a tomar por c...', porque no pretende herir a nadie con una frase empleada de forma habitual. Ayer celebraba la clasificación del Real Madrid y contaba chistes sobre un jugador del Athletic y San Mamés. Reía, aunque la procesión vaya por dentro.