La ecotasa está al caer y a diario se producen reacciones y noticias relacionadas con la que sin duda será una de las noticias del año. La decisión del Govern de imponer esta tasa con la idea de obtener fondos destinados a la recuperación y conservación del medio ambiente ha desatado toda clase de polémicas, pero ahora, cuando apenas quedan unos días para su puesta en marcha, parece que los ánimos están más calmados. Al fin y al cabo, no se trata de un invento balear. En distintos países se vienen aplicando fórmulas similares. Lo que aquí ha generado más protestas ha sido el modo de ponerla en práctica, utilizando a los hoteleros como recaudadores de impuestos, y la oportunidad de su entrada en vigor cuando todavía hay dudas acerca del resultado de la temporada que esta comenzando. El caso es que la ecotasa ya está aquí y la mayoría de los hoteleros se muestra dispuesta a colaborar. Algunos ya han anunciado que serán ellos mismos quienes se harán cargo del pago, evitando a sus turistas lo que algunos podrían calificar de trago amargo, pero que en realidad debe ser aceptado como lo que realmente es: un impuesto beneficioso para el medio ambiente.
Las otras opciones de cobro son igualmente respetables. En este sentido, hay que apoyar las declaraciones de Pere Cañellas, presidente de la patronal hotelera, pidiendo cordura. Balears no se merece que se monten numeritos con ocasión de la entrada en vigor de la ecotasa. Hay que cumplir con la legalidad y, en todo caso, esperar a que se pronuncien los tribunales.
Se impone evitar más tensiones y establecer una tregua al menos hasta que acabe la temporada. Expresiones como las que dijo un conocido empresario turístico, refiriéndose a Antich y Alomar, no pueden ser jaleadas por el sector, que debe saber diferenciar una tertulia de café de un foro de debate. Hay que entender que se dijeron en un determinado contexto y, obviamente, como expresiones coloquiales, pero dadas las circunstancias conviene actuar con la máxima prudencia.